jueves, 29 de abril de 2010

Manifiesto

Lo que viene a continuación es un intento de perfilar la perspectiva del terapeuta en el ámbito libertario. Para llegar a una finalidad concreta, hace falta emplear unos medios concretos, y dándole la vuelta a la frase, si se emplean unos métodos distintos, llegaremos, presumiblemente, a un resultado distinto. Sí, existen muchas maneras de llegar a un mismo resultado, y procesos casi idénticos pueden dar resultados dispares, pero en esencia, la coherencia medios-fines es algo a tener muy en cuenta cuando hacemos cualquier cosa, especialmente en el ámbito de la militancia política. Para llegar a crear una sociedad solidaria, debemos, aquí y ahora, crear relaciones de solidaridad. Para llegar a una sociedad libre, debemos ser libres y fomentar la libertad y la unión libre de personas. Para llegar a una sociedad distinta, debemos romper nuestros patrones y relacionarnos de forma distinta a como la sociedad quiere. Por eso creemos que es necesario tratar de esto.

A estas alturas no podemos andarnos con tibiezas, precisamente eso es lo que nos está asesinando un poco cada día. Aunque no podemos hacer, por ahora, todo lo que nos gustaría, no está de más que nos permitamos a nosotros mismos decirlo claramente. ¿Qué podemos perder? ¿La salud mental? ¿Que nos tachen de locos? Es una ironía absurda. Probablemente ya lo estemos. ¿Nos pueden reprimir? Ese es el precio a pagar por darle al sistema donde le duele. Quien no quiera sufrir de alguna manera la represión, que se sume al rebaño o se vaya solo al monte. Hay gente que no puede permitirse el lujo de no querer ser reprimido, porque está encerrada, drogada y anulada.

La lucha contra el Sistema de Salud Mental, sea este cual sea, no es simplemente una lucha para mejorar la calidad de vida de ciertos pacientes. Quedarnos ahí es volver a seguir el juego del poder, que da concesiones, y nos permite mejorar nuestras vidas, si nosotros hacemos las nuestras, es decir, no le cuestionamos, lo que el poder quiere es que comamos de su mano como fieras domesticadas.
Nosotros buscamos un cambio de las estructuras sociales, un cambio que permita que todos los seres humanos sean iguales, y eso pasa por la destrucción de los sistemas sociales y económicos de dominación. Los estados y el capitalismo.

Ambas estructuras, estado y capital, se alimentan y sostienen mutuamente, por lo que debemos luchar contra ambas, ya que si no destruimos las dos, el sistema permanece intacto en su raíz, y como una mala hierba, resurgirá.

Esta lucha concreta va encaminada a combatir contra un instrumento concreto de normalización y represión social, es decir, del estado, que protege el que hoy por hoy es su sistema económico favorito: el capitalismo, con métodos “científicos” de control social, y de exclusión de todo aquel que no sea productivo. La psicología, como controlador social (desde la escuela hasta el trabajo), hasta la psiquiatría, con sus fármacos y unidades de agudos, pasando por la psicología clínica.

No vamos a decir que todo lo relacionado con lo “psi” sea intrínsecamente malo. Siempre ha habido personas, escuelas que se han ocupado sinceramente de aliviar el sufrimiento psíquico (que le pese a quien le pese, existe), sin orientar a la persona hacia ningún sitio ni siquiera hacia las propias ideas. Esto último lo aclararemos más adelante.

Aliviar el sufrimiento psíquico a corto plazo no nos vale. Significa adaptar a la persona, pese a ella misma, al sistema social, ese sistema al que pretendemos destruir, despojándola de lo único que tiene para defenderse de él. Sin embargo tampoco podemos pedir a una persona que sufra porque sí, por lo que no podemos tampoco juzgar a nadie por buscar esa adaptación, esa eliminación del síntoma. Desde una posición de igualdad sí que podemos tratar de generar conciencia de esto, pero nunca desde una posición “de autoridad” ni “terapéutica”, ya que sería ejercer poder sobre alguien, de alguna manera, manipular.

¿Y qué planteamos? Queremos fomentar el desarrollo integral de la persona como ser humano, su autonomía. En definitiva, su emancipación. Esta forma de pensar no es nueva. Dentro de lo “psi” ha habido corrientes como la humanista-existencialista que ya planteaban cosas parecidas. Con esto hay que tener algo de cuidado, por ejemplo: Albert Ellis, el creador de la Terapia Racional Emotiva, una terapia de corte cognitivo-conductual, habla de “ideas irracionales” (como si el ser humano fuera capaz de funcionar racionalmente), “pensamientos estúpidos”, frente a lo que debía promover el terapeuta mediante una reestructuración cognitiva, las “ideas racionales”. Este tipejo definía su terapia como “existencialista”. Nosotros sin embargo olemos en ella un tufillo fascista, con eso de que hay que tener la cabeza limpia y ordenada. Siendo benevolentes con él, diremos que huele a capitalismo.

Con presentar buenas intenciones y nombres pomposos de terapias nuevas o más o menos viejas (terapia de aceptación y compromiso, terapia centrada en soluciones, etc) no basta. No hay cabida a tratar lo erróneo de la persona desde una perspectiva terapéutica, ya que no existe lo erroneo en la persona. No podemos ideologizar la terapia, ni podemos dejar que la ideologicen por nosotros. No podemos utilizar nuestra posición de “especialistas” para decirle a alguien qué es correcto y qué incorrecto pensar. Eso es ejercer, como decíamos, el poder, y ejerciendo el poder nunca podremos llegar a crear una sociedad libre.

Otra cuestión es el que existan especialistas en lo que pasa por las cabezas de las personas. Con esto se nos pueden plantear varios debates: ¿Es deseable que los haya? ¿Es necesario? En este momento sólo podemos opinar que la especialización que existe ahora, en que el psicólogo y el psiquiatra tienen patente de corso dentro de las cabezas para decir qué es normal y qué no lo es, ni es deseable el rol de tutores sociales que ahora mismo ejercemos.Volviendo al tema ideológico, es difícil luchar de esta manera sin quedarnos en una mera reforma en cuanto al trato a los “enfermos”, pero hay dos cuestiones fundamentales:

  • El fomentar personas autónomas y libres en lo psíquico es acercarles de por sí, al “ideal libertario”, aunque eso de por sí no genere militantes revolucionarios (que sería cuestión de un ámbito no terapéutico). Si no nos creemos esto de que una persona autónoma y libre en lo psíquico se acerca de por sí al ideal libertario, tendríamos que plantearnos qué clase de sociedad buscamos (ya que si está formada por personas “no autónomas” o “no libres”, probablemente requiera de un estado para poder funcionar).Esto no quiere decir que los anarquistas seamos, por el mero hecho de serlo, personas completamente desarrolladas, sino que cuanto más “maduros” seamos, más nos acercaremos, nosotros también, a ese ideal.
  • La otra cuestión es más práctica, y es que si nos quedamos en una lucha parcial, si nuestra única forma de luchar por esa sociedad que pretendemos es tratar de cambiar un aspecto tan concreto del sistema de dominación y nos olvidamos del resto, caemos en el reformismo, como nuestros predecesores en este campo.

Por esto vemos en la práctica terapéutica una forma de llevar a cabo los principios libertarios en una faceta concreta de nuestra vida, no una herramienta de ideologización/manipulación.

Asimismo podemos darle la vuelta al asunto este que tenemos entre manos, pudiendo exigir a los terapeutas que respeten a las personas que acuden a él, no sólo reconociéndolos como personas (que esto ya es un paso enorme para algunos), sino aceptándolos como son con su sufrimiento, con sus síntomas. ¿Quién es ese señor del despacho que cuestiona lo que pasa por mi cabeza? Si una persona considerada “sana” mentalmente, es ella con sus pensamientos, y probablemente tenga de vez en cuando pensamientos muy parecidos a los que tiene alguien a quien se considera “enfermo”, ¿por qué lo que consideramos “locura” o “enfermedad” lo vemos ajeno a la esencia humana? Y cuando escribimos locura, podemos escribir “depresión”, “déficits de atención”, o cualquier cosa por la que nos puedan diagnosticar.

Como no consideramos deseable el tener como finalidad última el “eliminar” síntomas, vemos imprescindible que se creen estructuras para poder contener el sufrimiento psíquico, alternativas al Sistema de Salud Mental, que en esto está fracasando estrepitosamente, pese a lo cual ahora mismo es casi lo único a lo que se puede agarrar alguien que esté pasando por ese sufrimiento. Tenemos que conseguir la transformación de la sociedad, y esto es un objetivo irrenunciable, en algo humano, que, como mínimo, sea capaz de soportar la “locura”, que no es poco, pero sin quedarnos ahí, una sociedad con un mínimo componente a la medida del ser humano, presumiblemente va a resultarnos a todos menos dolorosa en lo psíquico, y por tanto, nos hará enfermar menos.

martes, 20 de abril de 2010

Campaña contra el TAI


CONTRA LA MEDICACIÓN FORZOSA
Desde hace varios años, dentro del estado español, se han venido realizando diferentes movimientos y propuestas orientadas a instituir dentro de nuestras fronteras la medicación forzosa. La última y las más agresiva tentativa ha tenido lugar en la Comunidad Valenciana. Desde allí se ha propuesto de manera abierta y sin tapujos la judicialización salvaje de la salud mental. Nos encontramos ante un auténtico punto de inflexión: por un lado, toda una serie de sectores sociales (jueces, periodistas, psiquiatras, asociaciones de familiares capitaneados por sujetos de oscuros intereses, la industria farmacéutica,…); y por otro, la soledad de los individuos diagnosticados de una enfermedad mental a los que se planea privar de toda autonomía, dignidad e incluso la misma libertad.
Si el TAI acabara por salir adelante, una parte significativa de la población española se encontraría en un verdadero estado de excepción. Afirmamos con absoluta rotundidad que no es posible poner en marcha ningún tipo de estrategia terapéutica que tome su razón de ser en el miedo, el castigo y la amenaza. Las propuestas de medicación forzosa (más allá de la palabrería oficial) no buscan el bien de los sujetos psiquiatrizados, busca imponer a sangre y fuego la norma social. No podemos esperar nada de una sociedad que por estar basada en las relaciones mercantiles y en el puro dinero no puede considerarnos (por definición) como miembros suyos.
Los psiquiatras nazis gasearon a 250.000 seres “anormales”, los psiquiatras de la democracia con sus jueces, periodistas y empresarios quieren llevar a la policía a nuestra casa para mantenernos drogados y silenciados.
Nos quieren obligar a tomar sustancias tóxicas que, como ellos mismos reconocen, no curan; nos quieren obligar a rendirnos sin, ni siquiera, haber escuchado antes nuestra palabra.
De la misma manera que nosotros no queremos imponer a nadie nuestra voluntad de no medicarnos, no le reconocemos a nadie el derecho de obligarnos a hacerlo. No hace falta ser muy hábil para intuir que si sus píldoras funcionaran no harían falta sentencias ni pistolas. En todo caso, hemos decidido caminar hacia la salud de la únicamanera que conocemos: peleando por nuestra libertad.
Nuestra lucha no sólo se reduce al TAI, entendemos el sistema de salud mental como una forma más de controlen la sociedad patriarcal y capitalista que conformamos, donde las relaciones de poder (familia, escuela, trabajo,prisión...) anulan y reducen a las personas a mercancía.
Para mantener el orden cívico y en beneficio de la industria farmacéutica, de psicólogos y psiquiatras, el sistema através de las ciencias “psi”, etiqueta y estigmatiza a las personas que sienten/piensan/actúan fuera de la normalidad,entendiendo la normalidad como encajar en una sociedad que siguiendo su terminología está enferma, individualizalos problemas de las personas, impone remedios mecánicos ( conductismo, fármacos, encierros... ) y desvía laatención del problema real, encubriendo la raíz del sufrimiento: el mundo que conocemos.

Un desarrollo completo de las críticas al TAI puede encontrarse en www.contralamedicacionforzosa.es


sábado, 10 de abril de 2010

A por el PP

Noticia extraída de la web de ABC:


"PP propone que menores delincuentes puedan recibir tratamiento psiquiátrico


El PP ha preparado una proposición de ley para reformar la Ley del Menor en la que sugiere que los menores delincuentes puedan recibir "ciertos tratamientos psiquiátricos", incluso en contra de su voluntad o la de sus padres, si lo necesitan para rehabilitarse.
La portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáenz de Santamaría, ha sido la encargada de adelantar estas medidas "ineludibles" durante una rueda de prensa, en la que ha deseado que el Gobierno y el PSOE dejen de poner "excusas" para "no legislar en caliente".
"El Gobierno se ampara en cada caso para no legislar en caliente, pero en cada caso ha dado tiempo a que la situación se enfríe y se puedan analizar las cosas con sosiego", se ha quejado.
Sáenz de Santamaría ha sostenido que la reforma del PP ha sido trabajada con "rigor, seriedad y sosiego", asesorándose con expertos, para dar una respuesta a una "necesidad social", por lo que ha invitado al Gobierno a debatir y a presentar sus propuestas. Para que los menores puedan recibir tratamiento psiquiátrico aunque estén en contra, la reforma del PP planteará que se modifiquen el Código Civil y la Ley de Autonomía del Paciente. "
¿Pero qué coño?
Ya lo intentó UPyD. Afortunadamente eso no pasó. Aunque a los menores, para el que no lo sepa, ya se les da medicación psiquiátrica sin su consentimiento en los centros cerrados (igual que en las cárceles a los presos)
Parece que si no nos movemos, nos la van a meter doblada.

jueves, 8 de abril de 2010

Historia de la Psiquiatría III (La invención de la Esquizofrenia)

tes del siglo XIX apenas hay referencias a lo que ahora se entiende por esquizofrenia. En primer lugar, esto se podría atribuir a que el término, la "entidad nosológica" es algo moderno, una suerte de "avance", algo así como el "si sabemos lo que es, podremos tratarlo". Nada más lejos de la realidad. No sabemos lo que es, aparte de teorías más o menos, en realidad menos que más, contrastadas.
Volvemos al principio, antes del siglo XIX, apenas hay referencias a lo que ahora se entiende por esquizofrenia. Se puede buscar y extrapolar de la literatura médica y religiosa, se puede pensar que lo que antes eran endemoniados, ahora son enfermos mentales... en realidad nada mínimamente serio, sobre todo por el obviar que la cultura occidental antes del siglo XIX, ya sea Griega, Judía, Romana, Medieval, o la que se nos ocurra, era significativamente distinta, también el concepto de "locura".
Otra vez comenzamos: Antes del siglo XIX, apenas hay referencias a lo que ahora podemos entender por esquizofrenia. Es muy interesante ver cómo la medicina islámica del S. XV ni siquiera recoge cosas parecidas.
Las primeras referencias a algo que podría ajustarse a la esquizofrenia, podrían ser de Pinel (1809).
Benedict Morel creó el término  Demence précoce, en 1853. Arnold Pick en 1891 utilizó el término "dementia praecox". Ambos se referían a algo a lo que hoy podemos denominar psicosis.
Emil Kraepelin (algunos comentarios a sus casos los podemos encontrar en el libro UHP), sistematizó la entidad nosológica, distinguiéndola de otras. No sabemos muy bien con qué criterio, ya que de un tipo de esquizofrenia a otra hay unas diferencias poco justificables sin recurrir a valoraciones arbitrarias.  Para Kraepelin, tenía un curso deteriorante y empezaba en épocas tempranas de la vida adulta, por eso el nombre de dementia praecox. Poco a poco el término se fue popularizando.
Eugen Bleuler, fue el que le puso su nombre definitivo, Esquizofrenia. Para este hombrico, había cuatro síntomas fundamentales: Asociaciones laxas del pensamiento, afectividad plana, ambivalencia y autismo. Los delirios y alucinaciones eran accesorios.
La psiquiatría contemporánea parece obviar que esta entidad nosológica (etiqueta, para entendernos) es una invención del siglo XIX, en la sociedad occidental.

Y de esos polvos, estos lodos. En otro momento continuaremos con la evolución del término hasta nuestros días, y las implicaciones que tiene. Esperamos que les haya guatado.